Despertando al Poder de los Símbolos Interiores

¡Hola!

La semana pasada fue intensa, pero hoy quiero hablarte de los rituales y la Vida Simbólica. ¿Por qué? Porque siento el llamado de la diosa Artemisa y debo responder, ya que estoy a su servicio. Si recién has comenzado a leer esto, podrías pensar que estoy un poco fuera de lugar, tal vez que soy una persona religiosa o que el café de hoy no me sentó bien…

Pero lo que enseño en mis formaciones es cómo reconectar con la Vida Simbólica, y esta experiencia es única e intransferible para cada persona. ¿Pero para qué sirve esta conexión con la Vida Simbólica?

Imagina que tienes un complejo de miedo a mostrarte ante los demás. Un complejo es un proceso psicológico complejo alimentado por la emoción del miedo, que se activa en tu mente cada vez que intentas mostrarte ante los demás. El problema de los complejos es que nos identificamos completamente con ellos. Así, tú o yo vivimos ese miedo como si fueras tú el que piensa y siente todas las emociones que el complejo genera. Pero eso está lejos de la realidad. El complejo es solo una idea que ha creado un «alter ego» que se alimenta de la emoción generada para controlarte. Es un ciclo que se retroalimenta y su éxito radica en hacerte creer que eres él. En mi formación de Terapia Narrativa Sincrónica, nos convertimos en cazadores de complejos. A través de cuentos, sueños, mitos, películas, libros, recuerdos y vivencias, exploramos las tierras que una vez pisaron los dioses (el Inconsciente) y finalmente podemos ver a esos complejos. Descubrimos cuándo se originaron, cómo nos atrapan y cuáles son sus nombres. Al hacerlo, comenzamos a recuperar la energía que nos han arrebatado, una energía que necesitan para vivir en nuestra mente. Son como parásitos, dependen de nosotros para existir. En resumen, necesitan nuestra energía.

Cuando alguien dice: «No puedo con mi alma», en realidad está luchando con todos los complejos que carga consigo, los cuales lo están agotando.

La Vida Simbólica me permite acceder a ese mundo interno y liberar o canalizar mi energía hacia mis funciones trascendentes, en lugar de alimentar a mis complejos. Esto se traduce en más libertad, calma y poder.

No se trata de magia, como algunos han pensado, ni de hacer que las plantas crezcan el doble de rápido, ganar la lotería o encontrar a esa pareja deseada (aunque estos cambios pueden ocurrir). Este no es el propósito de la Vida Simbólica. Su objetivo es ayudarte a recuperar tu Centro y tener acceso a la máxima cantidad de tu energía, para que luego puedas utilizarla para tus propios fines.

Por ejemplo, si te encuentras bajo la influencia de un complejo que te hace creer constantemente que «siempre tienes menos que los demás», este complejo puede motivarte a desear lo que no tienes. Te guiará hacia «actos mágicos» que solo te llevarán a invertir tu energía en ilusiones que alimentan aún más tu complejo. Este complejo te convencerá de que los demás tienen más que tú. Desde el mundo externo, solo verás sombras y sentirás que el problema está en el exterior. Sin embargo, en realidad, tus complejos están en tu mundo interno. Para lidiar con ellos, necesitas viajar a tu mundo interno. Y esto es precisamente lo que hacemos en la formación de Terapia Narrativa Sincrónica.

La Vida Simbólica me permite encontrar un punto medio, una línea en el horizonte donde el cielo y el mar se encuentran. Si logro llegar allí, puedo activar arquetipos y funciones trascendentes, y enfrentar a mis complejos. Desde este lugar, puedo cambiar las cosas y restablecer mi equilibrio, recuperando la energía que me habían robado.

Por ejemplo, puedo activar un ritual en el que pido ayuda a la diosa Artemisa. Ella puede ayudarme a lograr independencia y autonomía para liberarme de una relación aplastante y tóxica que me hace sentir pequeño cuando estoy cerca de una persona llamada X. Al hacerlo, activo en mi mundo interno, a través de símbolos (la diosa Artemisa), energías que de otra manera estarían bajo el control del complejo que me domina (la creencia respaldada por la emoción del miedo que surge cuando estoy cerca de la persona X). Estoy transfiriendo energía hacia un arquetipo (la diosa Artemisa) que, entre otras cosas, representa independencia, libertad, rebeldía, fuerza, velocidad, astucia, cazadora y poder. Este arquetipo compite con mi complejo, y la experiencia en mi realidad alimentará a uno u otro.

No se trata tanto de creer en la diosa Artemisa en sí, sino de creer en lo que ella representa y reconocer que esas cualidades también existen en mí, aunque puedan estar en un estado potencial no manifestado. La Vida Simbólica libera todas estas energías para que podamos manifestarlas en la vida. Cuando experimento un cambio, puedo decirle a la persona X: «No me apetece, gracias», a pesar de sentir ese nudo en el estómago. Al mismo tiempo, siento cosquilleo en mis muslos, una sensación que me invita a tensar mis músculos para enfrentar la situación. El arquetipo se está manifestando, y parte de la energía que antes tenía el complejo ahora se ha transferido al arquetipo. Esto no es magia, es un proceso psicológico complejo que compite con otro proceso que hemos creado a través de la Vida Simbólica.

Somos creadores que, en muchos casos, están dominados por sus creaciones. Esto es similar a los mitos en los que los dioses se enfrentan a sus propios hijos y viceversa. En ambos casos, hay una lucha de poder relacionada con la IDENTIDAD. Debes recordar que no eres tus complejos Y ellos no pueden existir sin ti.

“Nadie lo sabe ..
Nadie lo sabe .. (nadie más)
Nadie lo sabe ..
Nadie lo sabe .. (nadie más)

Nadie lo sabe ..
Nadie más menos tú (nadie más)

Nadie sabe que yo ..
me convierto en luz del alba
y aparezco en tu habitación ..
desafiando la distancia.

Te contemplo sin tocarte,
me conformo con solo mirarte.
Y, al instante, te hago mío ..
porque nadie, nadie lo sabe.

Nadie lo sabe ..!!
Nadie lo sabe ..!!
Nadie más menos tú.”

La sonrisa de Julia